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Animales de compañía y seres humanos, historia de una relación.


Animales de compañía y seres humanos, historia de una relación.

En su intervención, James A. Serpell, profesor de la Universidad de Pensilvania, hizo hincapié en que, aunque hoy la presencia de animales de compañía en los hogares es mayoritaria y su integración en la vida familiar cada vez es mayor, esto es algo que hubiera sido del todo inconcebible en un pasado relativamente reciente. Serpell puso como ejemplo de esta situación actual de convivencia lo que ocurre en Estados Unidos, donde, en 2005, se determinó que un 63% de los hogares tenía como mínimo un animal de compañía, y el 45% más de uno. No obstante, como se ha señalado, las relaciones de los seres humanos y los animales de compañía no siempre se han considerado de una forma tan positiva como en la actualidad, y de hecho ha pasado por épocas oscuras, como ocurrió hace unos quinientos años en Inglaterra.

 

Animales bajo sospecha

 

La historia de la relación del hombre y los animales de compañía nace, en los albores de nuestros tiempos, cuando ambos descubren lo beneficiosa que su amistad puede ser. Pero aun así es una historia no exenta de conflictos e incomprensión, como todas las relaciones. Y ha habido épocas realmente oscuras, como sucedió en los siglos XVI y XVII, en Inglaterra. Serpell señaló en su intervención que por entonces en ese país –hoy famoso por su amor a los animales– los propietarios de animales de compañía corrían el riesgo de ser acusados de brujería y acabar ejecutados.

 

Como señala el historiador inglés Keith Thomas, en los juicios por brujería celebrados en Inglaterra se sostenía que la bruja tenía como ayudante a un demonio o espíritu con forma animal. Por este motivo, la posesión de gatos, perros, ratones o pájaros, que en aquella época constituían los típicos animales de compañía, se consideró en muchos casos como prueba irrefutable para mandar a la hoguera por brujería a un gran número de personas. De hecho, en 1604, Jacobo I de Inglaterra aprobó una ley que convertía oficialmente en delito «consultar, pactar, invitar, usar, alimentar o recompensar un espíritu con forma animal bajo ningún concepto». 

 

Lo más grave aún era que la tenencia de estos animales era especialmente peligrosa si la persona era pobre, vieja o poco apreciada por su comunidad… En estos casos, se tenían muchas posibilidades de acabar ejecutado tras ser acusado de brujería. Así era la vida en Inglaterra hace cuatrocientos años, pero también en otros lugares, como nos han dejado constancia, por ejemplo, algunas obras de arte. El artista alemán Hans Baldung Grien pintó en el siglo XV un aquelarre en el que detrás de la bruja aparece un gato. Y en Las brujas, de Goya, vemos al diablo en forma de macho cabrío con dos gatos delante de él… Son sólo dos ejemplos que nos permiten hacernos una idea de cómo fueron aquellos años oscuros para los animales de compañía. Desgraciadamente, en la actualidad, en pleno siglo XXI, siguen tomándose decisiones muy criticables en relación con los animales de compañía en algunos países, como por ejemplo en China. 

 

Por una relación más humana

 

En China, desde la Revolución Cultural (1966-1976), el Gobierno ordena periódicamente la ejecución masiva o la eutanasia obligatoria de animales de compañía en la ciudad de Beijing. 

 

La última fue el mes de marzo de 2007. Con motivo de la preparación de los Juegos Olímpicos, las autoridades ordenaron que los propietarios de animales de compañía de Beijing llevaran a sus mascotas a clínicas veterinarias para que se les practicara la eutanasia obligatoria. Con esta medida, se pretendía prevenir la rabia, dada la masiva afluencia de extranjeros que pulularían por la ciudad durante los Juegos. 

 

Serpell, sin embargo, explicó que en anteriores purgas, como por ejemplo la de 1982, los responsables políticos habían señalado que tener perros u otros animales era una costumbre propia de la sociedad capitalista que había que erradicar del país. Este eminente veterinario cree que lo que ocurre en realidad es que detrás de este tipo de purgas subyace un prejuicio de las autoridades chinas contra la costumbre de tener animales de compañía. Cabe esperar que entre los cambios que China está viviendo y que experimentará en los próximos años, se despierte la conciencia en relación con el beneficioso papel que los animales de compañía tienen en la vida de los seres humanos. Y no sólo en China, sino en todos aquellos países donde esa conciencia todavía no se ha despertado. Es fácil imaginar, que ello será sin duda un signo de mayor bienestar social y de mayor respeto por los derechos de todos en esas sociedades. Esperamos que pronto sea así.