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Fry Oscar y Fry
jugar Vínculo

Mi gato se cree un perro

Mi gato se cree un perro
Oscar

Oscar

Vivía en un piso compartido en Madrid

Fry

Fry

Un gato que siempre ha vivido rodeado de mucha gente

Oscar vivía en un piso compartido en Madrid. Desde el primer momento, los compañeros de piso decidieron por unanimidad adoptar a un gato y así fue como Fry dejó su pueblecito natal y llegó a Malasaña, en Madrid. Una de las compañeras de piso, que era enfermera, firmó los papeles de adopción y se comprometió a hacerse cargo de Fry cuando todos dejaran de vivir ahí.


Cuando cada uno se marchó por su lado, la enfermera llevó a Fry a su nuevo piso con su novio, pero resulta que el chico era alérgico a los gatos. Y no era una alergia leve. “Fueron al hospital para ver cómo podían resolver la situación”, relata Oscar, “pero los médicos le dijeron que si querían vivir con Fry tenían que ponerle una inyección por semana”. Fue de esta manera que Fry acabó viviendo con Oscar.


Fry
Yo creo que por eso piensa que es un perro


“Fry es un gato que siempre ha vivido rodeado de mucha gente. Y yo creo que por eso piensa que es un perro”, afirma Oscar. Aunque todos los dueños piensan que sus mascotas son únicas, Oscar tiene varias razones de peso para afirmarlo: “A Fry le tiras una pelota, te la trae y te la deja al lado. Fíjate que he intentado enseñárselo durante todo el verano al perro de mi madre y no lo he logrado”, relata con ánimo divertido.


“Tampoco nunca he visto un gato tan glotón y ha desarrollado una estrategia muy elaborada para engañarme. Cuando estoy comiendo hace cualquier cosa para que me levante, como tirar la ropa al suelo. En el momento que me levanto para recogerla, se da la vuelta y antes de que me dé cuenta ya está en mi plato”, cuenta Oscar, a quien no le faltan anécdotas sobre su gato.


Un gato tan glotón
Fry


“Pasa lo mismo con la nevera, cuando quiere algo abre la puerta sin esfuerzo colocando las uñas hacia dentro. Un día llegué y estaba todo el suelo lleno de sangre, parecía que hubieran asesinado a alguien. La cosa es que había dejado unos filetes descongelados en la nevera, él abrió la puerta y, como no podía quitar el papel, los paseó por toda la casa”, explica riendo.
 

Con cariño y paciencia, Oscar ha intentado corregir algunos de los comportamientos extraños de su gato. Su próximo plan es mudarse a un piso más grande y con terraza, para que Fry tenga más espacio para jugar, y tiene en mente adoptar a otro gato para que lo acompañe.


Lo cierto es que aunque Oscar diga que su gato se comporta como un perro, lo enternecen aquellos pequeños gestos que solo un gato puede hacer: “Me encanta cuando ronronea, es un amor de gato. Dormimos juntos, él enrollado a mi cuello”.


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