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Perros y gatos bien avenidos


Perros y gatos bien avenidos

“Se pelean como perro y gato” o “son como perro y gato” son expresiones que se utilizan para remarcar que dos individuos no se llevan bien entre ellos. El conflicto entre estas dos especies representa un verdadero tópico que se basa en algunas razones biológicas.

Para empezar, el gato tiene el tamaño ideal para que el perro lo reconozca como presa y lo persiga si lo ve correr. Sin embargo, gatos y perros pueden llegar a vivir bajo el mismo techo sin tener problemas de depredación.

Igualmente, en esta situación, a menudo tienen problemas de comprensión que pueden hacer difícil la interacción entre ellos. Ambas especies se comunican a través de señales visuales (como la postura), olfativas (como el marcaje con orina), y acústicas (como los ladridos y los maullidos).

En parte las señales de comunicación emitidas son claras, ya que se basan en un código universal compartido entre especies diferentes, en las que tamaños grandes y sonidos graves tienen un efecto de amenaza.

Con la excepción de estas señales, hay otras que pertenecen a la comunicación propia de cada especie y que pueden resultar más difíciles de interpretar correctamente.

Un perro que se tumba con la barriga hacia arriba está mostrando sumisión e intento de reducir el conflicto con el otro individuo, o está solicitando interacción social y caricias en la barriga. En cambio, un gato puede exponer el abdomen como señal de invitación al juego, durante el ritual de apareamiento o para defenderse con las uñas de las cuatro patas en caso de recibir una amenaza muy intensa.

A pesar de estas diferencias de base, gatos y perros pueden aprender a entender el sentido de las señales de comunicación del otro y llegar a convivir en armonía. Para lograrlo lo ideal es que vivan juntos desde una edad temprana. Así aumentamos las probabilidades de que los animales desarrollen una buena relación, y nos ahorramos el entrenamiento necesario para que se acepten en caso de introducirlos cuando ya son adultos.

Así que ¿por qué no cambiamos el significado de “estar como perro y gato”?