¿Quién dice que los perros distinguen el azul del amarillo?

Hoy en día tenemos mucha información sobre como nuestras mascotas y otras especies animales perciben el mundo. ¿Pero quién nos asegura que es así?

Las mismas técnicas de aprendizaje que se utilizan para educar a un perro se pueden utilizar para preguntarle sobre cómo percibe la realidad y qué capacidades sensoriales tiene. Si un perro aprende a sentarse al oír la palabra “sienta” y a tumbarse al oír la palabra “tumba”, quiere decir que tiene las capacidades acústicas que le permiten distinguir entre los dos sonidos. Si se eligen dos palabras muy parecidas como señales de los ejercicios de sentarse y tumbarse, por ejemplo “dumba” y “tumba” respectivamente, es posible que el perro se equivoque. Cuanto más parecidos los estímulos, más difícil que el animal sea capaz de discriminarlos.

Asociar comportamientos diferentes a señales diferentes es un ejercicio de discriminación que se puede realizar con cualquier tipo de estímulo sensorial, desde el visual al olfativo, desde el táctil al acústico, de manera que se pueden explorar todos los aspectos de la percepción sensorial de los animales.

La información procedente de los ejercicios de discriminación se complementa con los estudios sobre la estructura y el funcionamiento de los órganos sensoriales. Por ejemplo, las pruebas basadas en el entrenamiento sugieren que los perros discriminan entre el amarillo y el azul-violeta y los estudios anatómicos han identificado en la retina de los perros dos poblaciones de receptores, cada una especializada en la detección de la luz de un determinado color.

Todavía queda mucho por investigar, pero el conjunto de estos estudios nos proporciona un cuadro cada vez más completo de las capacidades sensoriales de los animales. Este conocimiento es fundamental para entender mejor su respuesta a los factores externos y para elegir, en el entrenamiento, comandos de comportamiento que los animales pueden detectar y reconocer fácilmente.