Silvia y Duna Silvia y Duna Silvia y Duna Silvia y Duna
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Caricias que curan

Caricias que curan
Silvia

Silvia

Psicóloga, ayuda a niños y ancianos con discapacidades

Duna

Duna

Coterapeuta Canino

Cuando a Silvia Rodríguez le preguntan si vive sola, ella responde: “No, vivo con mi perra Duna”. Y la afirmación no puede ser más cierta. Todas las mañanas Silvia y Duna van juntas al trabajo. Silvia se pone su bata blanca y viste a Duna con su chaleco de Coterapeuta Canino. Ambas ayudan a niños y ancianos con discapacidades físicas, psíquicas e intelectuales como parálisis cerebral, síndrome de Down y autismo.


“Cuando llego, digo ‘Hola’ a todos los pacientes y Duna saluda con un ladrido, entonces todos se ponen contentos”, nos cuenta Silvia. Gracias a la TAAC, los pacientes que se sienten preocupados por la presencia de un psicólogo, logran expresar sus emociones y abrirse a la terapia.
 

Pero no todos los días son fáciles. ”Hay pacientes que muestran una apatía total y no quieren participar en ninguna actividad”, nos cuenta. “Pero después de unos días con Duna le hacen una caricia, le tiran una pelota y no se dan cuenta que se lo estamos pidiendo. Los animales llegan donde nosotros no podemos”, afirma Silvia.


Duna
Duna sale con la cara llena de besos


La joven psicóloga nos cuenta la historia de una de sus pacientes, una niña de 5 años cuyos padres se habían separado. Silvia le prestó a Duna durante tres días para que estuviese con ella en casa. Al final de la estancia, la madre contó a Silvia con emoción. “Mi hija me ha dicho, ‘A Duna le pasa lo mismo que a mí cuando estoy con papá. El primer día está contenta, el segundo día no tanto y al tercer día ya se quiere volver con Silvia’”. Era la primera vez que la niña podía expresar sus sentimientos con respecto a la separación de sus padres.


“Los pacientes con autismo o que no tienen motivación alguna, logran abrirse al mundo gracias a la perra”, afirma Silvia. “En las sesiones con ancianos, Duna sale con la cara llena de besos. Hay una señora que se pone un pintalabios rojo pasión y le encanta abrazarla y besarla. Cuando llego a casa tengo que limpiarle la cara”, dice Silvia, pero lo hace con placer. Y es que esos besos son en realidad un logro humano. Las dos comparten día a día tanto sus desafíos como sus logros profesionales. Pero hay mucho más.


“Cuando comienzo a salir con alguien, dejo muy claro mi relación con Duna. Es como quien llega con un hijo a una relación y espera que lo acepten. De la misma manera, yo espero que acepten a mi perra”, cuenta Silvia. “Pero no solo que la acepten o la acaricien por compromiso. Si la persona no disfruta sinceramente de su presencia, es que al fin y al cabo no es la persona adecuada”.


Cuando vuelve a casa Duna solo quiere descansar
Duna


¿Cómo se logra una simbiosis tan profunda entre una persona y un animal? Silvia nos explica que los animales no solo actúan por instinto, sino en gran parte por el vínculo que se construye entre los dos individuos. “Los perros dan amor incondicional, no piden nada, por eso todo lo que haces por y con ellos, es natural, espontáneo”.


Por las noches, ven películas juntas y Silvia deja que se acurruque algunos minutos en su cama. Al preguntarle a Silvia si ha encontrado la clave de la convivencia perfecta, nos relata: ”Ya que Duna está todo el día de aquí para allá, cuando vuelve a casa solo quiere descansar. Por eso no me siento culpable si salgo a cenar fuera, porque he compartido todo el día con ella”.


Duna y Silvia se conocieron hace tres años. Desde entonces construyen un vínculo que es tan puro, que es capaz de ayudar a los demás.


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