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    Cistitis en gatos ¿que hacemos?

    La cistitis en gatos es la causa más frecuente de enfermedad del tracto urinario inferior en animales de menos de 10 años.1,2

    Introducción

    Las enfermedades del tracto urinario inferior son muy frecuentes en los gatos, pudiendo representar el 1,5-4,6% del total de las visitas a las clínicas veterinarias generalistas.2

    Clinical Report: Línea de investigación Urinary Feline [Estudios sobre la mineralización del agua, y su relación con las FLUTD]

    Estos animales son presentados a consulta con un cuadro clínico inespecífico, que combina la presencia de estranguria, disuria, hematuria, polaquiuria o periuria, con o sin obstrucción uretral.

    Causas de cistitis en gatos

    Este cuadro se ha asociado, entre otras causas, a infecciones del tracto urinario, urolitiasis, neoplasia o tapones uretrales.

    Sin embargo, en un porcentaje muy importante de casos, y tras una investigación diagnóstica adecuada no se halla ninguna causa subyacente. En estos casos se emite un diagnóstico de cistitis idiopática felina (CIF)1, y aunque se han descrito otros tipos cistitis en el gato, como la pseudomembranosa2 o la enfisematosa,4 la CIF es la más frecuente.1,2

    Se ha debatido mucho sobre la patogenia de la CIF, llegándose a considerar un síndrome en el que coexisten anormalidades locales en la vejiga de la orina junto a alteraciones neuroendocrinas más que una simple entidad clínica. De hecho, algunos autores la consideran una patología relacionada con la ansiedad, que resulta de la activación crónica del sistema central de respuesta frente a la amenaza.1,5 

    Evaluación diagnóstica de la cistitis en gatos

    A pesar de su elevada prevalencia, la CIF se considera un diagnóstico de exclusión. Por ello, la evaluación diagnóstica de cualquier gato con signos clínicos de enfermedad del tracto urinario inferior debería incluir inicialmente un examen físico completo, urianálisis, y si es posible, una radiografía del tracto urinario completo.

    Como esto no siempre es posible, bien porque la vejiga de la orina está vacía en el momento de la consulta y no se puede obtener la muestra en ese momento, o porque los propietarios rechazan la realización de algunas de las pruebas sugeridas, en estos pacientes será la respuesta al tratamiento la que confirme la sospecha clínica.

    En cualquier caso, y aunque en la visita inicial no se haga ninguna prueba diagnóstica, antes de implementar tratamiento empírico, es crítico que el clínico verifique la no existencia de una obstrucción uretral. Otras pruebas diagnósticas adicionales como cultivo de orina, cistoureterografía de contraste, ecografía o cistoscopia quedan reservados para casos recidivantes en los que fracasa el tratamiento inicial.5     

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    Tratamiento de la cistitis en gato

    Es difícil hablar de un tratamiento estándar en la cistitis felina, porque se ha reportado que muchos casos en los que no se identifica una causa subyacente de enfermedad del tracto urinario remiten con o sin tratamiento en un periodo de 2-7 días,5 si bien es cierto que hasta el 65% de ellos presentan al menos una recaída durante los dos primeros años tras el diagnóstico.1 Por otra parte, en los últimos 40 años se han recomendado más de 70 agentes terapéuticos o procedimientos distintos dirigidos al control de la CIF, aunque la eficacia de la gran mayoría de ellos no ha sido evaluada en ensayos clínicos controlados.6

    Aunque muchos propietarios relacionan los signos urinarios con una infección bacteriana, la gran mayoría de gatos (sobre todo los menores de 10 años) con signos de enfermedad del tracto urinario inferior no presentan una infección. Por ello, se desaconseja la administración rutinaria e indiscriminada de antibióticos sin evidencias (examen del sedimento o cultivo de orina) que lo avalen.5

    Clinical Report: Línea de investigación Urinary Feline [Estudios sobre la mineralización del agua, y su relación con las FLUTD]

    Teniendo en cuenta la etiopatogenia de la CIF, el manejo de estos pacientes debería ir dirigido a reducir/eliminar las situaciones que puedan causar estrés en el animal mediante la implementación una modificación multimodal del entorno (MEMO), así como a controlar el dolor en los casos en los que esté indicado.5 Aunque en muchos casos los clínicos recurren a la administración de antiinflamatorios no esteroideos, no se ha podido demostrar que estos fármacos tengan eficacia alguna en el tratamiento de esta condición.5,7,8

    Al contrario que en gatos con urolitiasis, los efectos de la modificación dietética en gatos con CIF no están bien investigados, y aunque algunos autores creen que con dietas específicas es posible reducir el porcentaje de recibidas,6,9 otros opinan que los efectos de la dieta sobre la evolución de la CIF son modestos y las evidencias disponibles poco robustas.5

    Se han recomendado diversos fármacos psicoactivos para su uso en gatos con CIF, pero no hay estudios comparando su eficacia con MEMO. La recomendación actual es usarlos cuando la modificación del entorno no funciona.5 Entre los fármacos a utilizar se incluyen:

    • Antidepresivos tricíclicos como la amitriptilina (2,5-7,5 mg/gato/24 horas) o la clomipramina (0.25-0.5 mg/kg/24 horas).
    • Inhibidores de la recaptación de la serotonina (fluoxetina 0.5-1 mg/kg/24 horas).

    Es importante tener en cuenta que puede ser necesario administrar el tratamiento durante varias semanas antes de que se aprecien sus efectos. Si el tratamiento no funciona, éste debe ser eliminado de modo gradual en 1-2 semanas. Los efectos adversos asociados al uso de antidepresivos tricíclicos incluyen sedación, letargia, aumento de peso y retención urinaria, mientras que la fluoxetina puede causar cambios de comportamiento y alteraciones del sueño.5

    El uso de feromonas faciales y de glicosaminoglicanos se recomendó hace algunos años, pero su eficacia ha sido posteriormente cuestionada.1,5

    Conclusiones

    La CIF es un diagnóstico de exclusión. Por lo tanto, es importante que sigamos un protocolo diagnóstico adecuado. Teniendo en cuenta las evidencias disponibles en la actualidad, las medidas terapéuticas iniciales en estos pacientes deberían basarse en la modificación multimodal del entorno.

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    Bibliografía
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    3. Jones E, Palmieri C, Thompson M, et al. (2021). Feline idiopathic cystitis: pathogenesis, histopathology and comparative potential. J Comp Pathol; 185: 18-29.
    4. Lippi I, Mannucci T, Santa DD, et al. (2019). Emphysematous cystitis: Retrospective evaluation of predisposing factors and ultrasound features in 36 dogs and 2 cats. Can Vet J; 60: 514-518.
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    6. Kruger JM, Lulich JP, MacLeay J, et al. (2015). Comparison of foods with differing nutritional profiles for long-term management of acute nonobstructive idiopathic cystitis in cats. J Am Vet Med Assoc; 247: 508-517.
    7. Dorsch R, Zellner F, Schulz B, et al. (2016) Evaluation of meloxicam for the treatment of obstructive feline idiopathic cystitis. J Feline Med Surg; 18: 925-993.
    8. Nivy R, Segev G, Rimer D, et al. (2019). A prospective randomized study of efficacy of 2 treatment protocols in preventing recurrence of clinical signs in 51 male cats with obstructive idiopathic cystitis. J Vet Intern Med; 33: 2117-2123.
    9. Naarden B, Corbee J. (2020). The effect of a therapeutic urinary stress diet on the short-term recurrence of feline idiopathic cystitis. Vet Med Sci; 6: 32-38.