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    GEDA - Dermatitis por hipersensibilidad felina y no dermatitis atópica - Dr. Ramón Almela

    ¿Por qué diferenciar la hipersensibilidad cutánea en el gato respecto la dermatitis atópica en el perro o humano si ambas son manifestaciones alérgicas? La respuesta se encuentra en que a pesar de parecer a priori dos entidades con similar fisiopatología, presentan suficientes diferencias a nivel clínico y patogénico para justificar la diferente terminología.

    ¿Por qué diferenciar la hipersensibilidad cutánea en el gato respecto la dermatitis atópica en el perro o humano si ambas son manifestaciones alérgicas? La respuesta se encuentra en que a pesar de parecer a priori dos entidades con similar fisiopatología, presentan suficientes diferencias a nivel clínico y patogénico para justificar la diferente terminología.


    La primera diferencia entre ambas entidades se encuentra en el fenotipo clínico a nivel de la localización de las lesiones. Al comparar la localización de las mismas en el perro respecto al humano, encontramos que tienen una correspondencia anatómica casi idéntica: predominio en flexuras,  zonas acras…mientras que en el caso del gato, el fenotipo clínico es mucho más variado con múltiples localizaciones, por lo que no existe un patrón de localización anatómica que permita identificar y diagnosticar una hipersensibilidad. Como única excepción a lo dicho anteriormente cabría resaltar la hipersensibilidad a la pulga, que tiene un predominio de manifestaciones en el lomo del gato.

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    Otro aspecto importante que es un elemento en común en la dermatitis atópica del humano y el perro es que hay una variación clínica con el tiempo según la cronicidad de las lesiones que permite identificar un fenotipo clínico característico. En el momento agudo la enfermedad se caracteriza por máculas y pápulas eritematosas que progresivamente al irse cronificando van incrementándose las costras y excoriaciones llegando en los casos más severos y evolucionados a zonas liquenificadas en la piel tanto del humano como del perro. En el caso del gato, una vez más, presenta diferencias dado que la evolución no es tan definida teniendo solo una serie de patrones clínicos que pueden sugerir hipersensibilidad:

    • Prurito a nivel de cabeza y cuello.
    • Alopecia (simétrica o no).
    • Dermatitis miliar [la cual en algunas razas puede ser un reto diagnóstico dado que las lesiones se asemejan a otras entidades como la urticaria pigmentosa donde lo único que nos ayudará es que las lesiones en esta entidad son más pigmentadas y más ventrales]
    • Complejo de enfermedades eosinofílicas (placa eosinofílica a nivel inguinal y en cabeza, granuloma eosinófilo en cavidad bucal, úlcera indolente a nivel labial o placa interdigital) Dado que la biopsia de este tipo de lesiones es accesible normalmente el diagnóstico es sencillo.

    Además de estas diferencias (localización, patrones clínicos...) la hipersensibilidad en el gato respecto al perro y el humano presenta una diferencia fundamental a nivel patogénico, el rol de la inmunoglobulina E (IgE) (recordemos que la atopia es la sensibilización y predisposición a realizar anticuerpos IgE específicos en respuesta a exposición a alérgenos y que la enfermedad atópica es la manifestación clínica de la atopia). Así pues, con esta definición se entiende que en la dermatitis atópica, para calificarla como tal, es importante el papel de la IgE en la patogenia de la enfermedad.

    Por eso, tanto en la dermatitis atópica en el humano como en el perro se observan frecuentemente niveles elevados de IgE. Sin embargo, en ningún estudio realizado en gatos se ha demostrado que la IgE tenga un papel relevante en la patogenia de las enfermedades alérgicas cutáneas, no encontrándose elevada de forma significativa.

    Así pues, la enfermedad alérgica cutánea en el gato es diferente de la acontecida en personas y perros porque los fenotipos clínicos son variados y diversos sin ser patognomónicos de la enfermedad, no presentan una localización anatómica definida y además el papel de la inmunoglobulina E no se ha demostrado que tuviera un papel significativo en su patogenia. Por ello, actualmente no podemos definir la enfermedad alérgica cutánea en el gato como una dermatitis atópica, prefiriendo el término dermatitis por hipersensibilidad, excluyendo así la atopia como mecanismo patogénico en esta entidad.

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