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    Interés clínico del lipoma en perros

    El lipoma en perros es un tumor benigno que, en muchas ocasiones, no tiene relevancia para la salud del animal, pero que suele ser motivo de alarma para los propietarios.1,2 

    Introducción

    Los lipomas son masas de origen mesenquimatoso formadas por adipocitos.1,2 Se trata de uno de los tumores benignos diagnosticados con mayor frecuencia en la práctica clínica de primera opinión. Un estudio realizado en Suiza evidenció que el lipoma era la segunda neoplasia cutánea más frecuente en el perro, por detrás del mastocitoma.3 Por otra parte, en una encuesta a gran escala realizada a propietarios de perros de raza en Reino Unido, el lipoma fue la enfermedad reportada con mayor frecuencia.4

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    Se ha sugerido que el lipoma en perros puede presentar un componente genético y que determinadas razas, (weimaraner, dóberman, pointer, springer spaniel y labrador, beagle, schnauzer miniatura y cocker spaniel) parecen más predispuestas a su padecimiento; mientras que en otras (Yorkshire terrier, lhasa apso, Pastor Alemán, shih-tzu, chihuahua, cavalier king Charles spaniel, West Highland White Terrier, bichon, Jack russell terrier, staffordshire bull terrier y bóxer) el lipoma parece ser menos frecuente.

    La prevalencia de lipoma en el perro tiende a aumentar con la edad. Los perros de 9-12 años tienen una probabilidad 17 veces mayor de desarrollar un lipoma que los menores de 3 años.

    Por otra parte, el lipoma parece afectar más a animales esterilizados y con obesidad o sobrepeso. 1

    Características clínicas del lipoma en perros

    Desde un punto de vista morfológico se distinguen 3 tipos de lipomas en perros: regular o “clásico”, intermuscular e infiltrativo.

    Por otra parte, desde el punto de vista histológico se han descrito variantes como el angiolipoma, el angiofibrolipoma y el lipoma de células fusiformes.5,6

    Además, los lipomas deben ser diferenciados de los liposarcomas (neoplasias malignas poco frecuentes originadas a partir de los lipoblastos y lipocitos), en base a su morfología, hallazgos tomográficos y características histológicas.

    El 98% de los lipomas ”clásicos” asienta en el tejido subcutáneo,7 y raramente causa signos clínicos.5 Sin embargo, pueden encontrarse lipomas en prácticamente cualquier localización. De hecho, se han descrito casos de lipomas en perro localizados en las cavidades torácica y abdominal, médula espinal, vulva, vagina, intrapericárdicos, intracardiacos, pulmonares y óseos.5 En estos casos los lipomas si suelen causar sintomatología, derivada principalmente de su efecto compresivo a nivel local, por estrangulamiento de algún tejido o compromiso del funcionamiento normal del órgano al que afectan.5

    • Los lipomas intermusculares son una variante de los lipomas subcutáneos que se asienta entre los vientres musculares. La localización más frecuente de este tipo de lipoma en perros es a nivel de miembro posterior, entre el músculo semimembranoso y el semitendinoso, pero pueden aparecer también a nivel de la axila. Desde el punto de vista clínico se suelen presentar como masas firmes de crecimiento lento.5
    • Los lipomas infiltrativos son poco frecuentes. Se trata de tumores formados por adipocitos bien diferenciados sin evidencia de anaplasia, cuya apariencia citológica y en biopsias de pequeño tamaño es similar al de los lipomas “clásicos”. De hecho, se consideran tumores benignos y no metastatizan. Sin embargo, presentan un comportamiento infiltrativo a nivel local, invadiendo tejidos adyacentes. En función de su localización pueden incluir músculo, fascia, nervios, miocardio, cápsula articular o incluso hueso.5

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    Diagnóstico

    • La mayoría de lipomas en perro se diagnostican inicialmente en base a los resultados de una citología obtenida mediante aguja fina.2,5
    • A nivel ecográfico los lipomas suelen aparecer como masas ovales encapsuladas, estriadas y bien definidas.8 En caso de sospecha de lipoma infiltrativo, y para una planificación correcta del tratamiento, es importante delimitar la extensión del tumor y diferenciarlo de un lipoma convencional. Para ello se ha propuesto el uso de la tomografía computarizada. Sin embargo, la diferenciación no siempre resulta fácil.5,9

    Tratamiento

    • Los lipomas “clásicos” que no causan signos clínicos no requieren tratamiento, tan solo monitorizar su crecimiento.
    • Para los sintomáticos o que interfieren con la funcionalidad normal de algún órgano se recomienda tratamiento quirúrgico, que suele ser curativo en la mayoría de las ocasiones, si bien se han reportado recidivas locales.2,5
    • Otras opciones terapéuticas para estos tumores incluyen la liposucción y la inyección intralesional de acetónido de triamcinolona 40 mg/ml (0,5-1 ml en función del tamaño del tumor).10-11
    • En los lipomas intermusculares se recomienda tratamiento quirúrgico, con colocación de drenaje para evitar la formación de seromas. En general, el pronóstico tras el tratamiento es excelente.5
    • Por último, para los lipomas infiltrativos se recomienda tratamiento quirúrgico agresivo, que en función de la localización del tumor puede incluir la amputación del miembro. Igualmente se han reportado remisiones tanto parciales como completas mediante con tratamiento de radioterapia.5  

    Conclusiones

    Es frecuente que los propietarios acudan a consulta preocupados porque han notado un “bulto bajo la piel” del perro mientras jugaban con él. En muchas ocasiones, estas masas se corresponden con lipomas y no revisten mayor gravedad. Sin embargo, nunca deberíamos obviar la importancia de establecer un diagnóstico lo más preciso posible. En la mayoría de casos, el examen citológico de muestras obtenidas mediante aguja fina nos permitirá confirmar si estamos ante un lipoma, o si por el contrario se trata de otro proceso y son necesarias otras medidas.

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    Bibliografía
    1.    O'Neill DG, Corah CH, Church DB, et al. (2018). Lipoma in dogs under primary veterinary care in the UK: prevalence and breed associations. Canine Genet Epidemiol; 5:9.
    2.    Pegram CL, Rutherford L, Corah C, et al. (2020). Clinical management of lipomas in dogs under primary care in the UK. Vet Rec; 187: e83.
    3.    Graf R, Pospischil A, Guscetti F, et al. Cutaneous tumors in Swiss Dogs: retrospective data from the Swiss Canine Cancer Registry, 2008-2013. Vet Pathol; 55: 809-820.
    4.    Wiles BM, Llewellyn-Zaidi AM, et al. (2017). Large-scale survey to estimate the prevalence of disorders for 192 Kennel Club registered breeds. Canine Genet Epidemiol; 4: 8.
    5.    Liptak JM, Christensen NI. (2020). Soft Tissue Sarcomas. En Vail DM, Thamm DH, Liptak JM. (eds). Withrow & MacEwen’s Small Animal Clinical Oncology. 6th ed. Elsevier: 404-431.
    6.    Avallone G, Pellegrino V, Muscatello LV, et al. (2017). Spindle cell lipoma in dogs. Vet Pathol; 54: 792-794.
    7.    Mayhew PD, Brockman DJ. (2002). Body cavity lipomas in six dogs. J Small Anim Pract; 43:177-181.
    8.    Volta A, Bonazzi M, Gnudi G, et al. Ultrasonographic features of canine lipomas. Vet Radiol Ultrasound; 47: 589-591.
    9.    McEntee MC, Thrall DE. (2001). Computed tomographic imaging of infiltrative lipoma in 22 dogs. Vet Radiol Ultrasound; 42: 221-225.
    10.  Hunt GB, Wong J, Kuan S. (2011). Liposuction for removal of lipomas in 20 dogs. J Small Anim Pract; 52: 419-425.
    11.  Lamagna B, Greco A, Guardascione A, et al. (2012). Canine lipomas treated with steroid injections: clinical findings. PLoS One; 7:e50234