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    Otohematoma en perros. Solución quirúrgica y cuidados posteriores

    La aparición de un otohematoma es más común en aquellos perros con orejas pendulares (caídas) y normalmente se presentan de forma unilateral.

    La incidencia es mayor en machos y aumenta con la edad y, aunque su etiología se desconoce, se ha observado que su aparición es más frecuente en perros que presentan patologías subyacentes que generan dolor o prurito en la zona auricular (atopia, infecciones bacterianas o por levaduras, seborrea, parásitos).

    Los traumatismos directos, el rascado y los movimientos bruscos de cabeza pueden provocar la rotura de las arteriolas y vénulas auriculares, produciéndose el sangrado y la acumulación de éste bajo la piel y/o entre los intersticios del pericondrio. La fragilidad capilar, en relación con la edad, también aumenta el riesgo de sangrado.

    Inicialmente el otohematoma está constituido por sangre líquida, coágulos y suero. Con el transcurso del tiempo los coágulos se organizan originando engrosamiento y deformaciones cicatriciales en el pabellón auricular. Si el rascado continua se produce una presión adicional sobre el hematoma con el riesgo de reiniciar la hemorragia. Para prevenir las deformidades auriculares permanentes y evitar el desarrollo de complicaciones como la pericondritis, se recomienda tratar el problema lo antes posible.

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    El correcto abordaje del otohematoma se basa en: diagnosticar y tratar el problema de base (generalmente una otitis no diagnosticada o mal curada) y en el drenaje del hematoma. Para tratar el otohematoma no basta con drenar el contenido con aguja y jeringa, ya que pueden recidivar si no se evacúan correctamente. La técnica se basa en realizar una incisión a través de la cual se drenará el hematoma y realizará una limpieza profunda del pabellón auricular y del conducto auditivo externo. Para favorecer el drenaje a través de la incisión en los días posteriores a la cirugía y evitar su cierre, se retirará una pequeña porción de los bordes de la herida con la intención de que cicatricen por segunda intención. La piel desprendida que cubría el hematoma se mantendrá en su posición mediante la realización de puntos de sutura colocados alrededor de la incisión, colocados paralelamente al eje longitudinal de la oreja y ejerciendo la tensión mínima necesaria para mantener la piel interna en contacto con el cartílago. Con esto se evitarán problemas de irrigación y el colapso de los vasos principales de la oreja tras realizar el drenaje. Para eliminar el espacio muerto creado tras la intervención también se pueden utilizar dispositivos absorbentes o drenajes.

    Es muy importante proteger la herida con un vendaje local y con un collar isabelino para evitar traumatismos y lesiones de la zona intervenida al menos hasta efectuar la retirada de los puntos. Durante la cirugía se evita el rasurado para evitar que el crecimiento de pelo en la zona auricular provoque molestias al perro que puedan estimular la sensación de prurito.

    El tratamiento de la patología subyacente es específico en cada caso. La atopia requiere un abordaje más complejo puesto que se trata de una enfermedad causada por alérgenos cuyo ciclo picor-rascado altera la barrera cutánea, lo que aumenta el riesgo de adquirir infecciones secundarias (otitis, Malassezia, pioderma...) que estimulan aún más la sensación pruriginosa y por ello incrementan las probabilidades de ocasionar traumatismos directos en la zona auricular. Por lo tanto en estos casos el objetivo es controlar el prurito y tratar la infección. Una de las medidas de soporte a considerar es la dieta, ya que se ha comprobado que una alimentación específica para perros atópicos ayuda significativamente a la reducción del prurito.

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