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    PIF en gatos. ¿qué hay de nuevo?

    La PIF en gatos es una enfermedad enigmática y frustrante para el veterinario y supone un diagnóstico devastador para el propietario.1

    Introducción

    La PIF en gatos es una enfermedad que se conoce desde hace varias décadas. Sin embargo, por lo que hace a su patogenia, diagnóstico y tratamiento todavía existen muchos puntos oscuros.

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    Además, su porcentaje de mortalidad extremadamente alto genera frustración tanto en el veterinario como en el propietario del animal, que debe aceptar que probablemente el gato morirá en el mejor de los casos unos pocos meses después del diagnóstico.1,2 En los últimos años se han publicado diversos trabajos de investigación relativos al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad que es importante conocer.

    Etiopatogenia y cuadro clínico

    La PIF en gatos se origina a partir de la mutación del coronavirus felino (FCoV), un virus entérico perteneciente a la familia Coronaviridae. El FCoV suele causar infecciones crónicas persistentes (leves o asintomáticas) con eliminación intermitente de partículas virales en las heces, que son el escenario perfecto para las mutaciones del virus. Al mutar, el virus adquiere la capacidad de replicarse en los monocitos y macrófagos, lo que facilita la diseminación sistémica de la enfermedad. Sin embargo, su capacidad para multiplicarse en los enterocitos disminuye, lo que hace que no haya (o sea mínima) excreción en heces de virus de PIF.1

    Los gatos con PIF presentan un cuadro clínico grave:

    • en su forma húmeda se caracteriza por una poliserositis con efusión abdominal y/o torácica;
    • en su forma seca por la presencia de lesiones granulomatosas en diversos sistemas orgánicos, además de signos generales e inespecíficos como apatía, letargia, hiporexia y fiebre intermitente.3

    Afortunadamente, solo una pequeña proporción de gatos infectados con FCoV desarrolla PIF. Se han propuesto diversas mutaciones que afectan a la virulencia del virus, pero no todas están presentes de un modo sistemático en todos los gatos. De hecho, se especula con que más de una mutación (y no siempre las mismas) sean necesaria para el desarrollo de PIF en gatos.1

    Relación entre PIF y hospedador

    Una serie de factores relacionados con el hospedador favorecen el desarrollo de PIF. Estos incluyen: la edad (gatos jóvenes < 1 año), enfermedades concurrentes, especialmente con inmunosupresión, la diversidad del complejo mayor de histocompatibilidad, la producción de citoquinas y la apoptosis de linfocitos.1,3

    Es frecuente que el padecimiento reciente de situaciones potencialmente estresantes forme parte de la historia clínica del paciente.

    Muchos de los gatos afectados suelen provenir de criaderos o residencias con alta densidad de animales.1

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    Diagnóstico de la PIF en gatos

    Establecer un diagnóstico ante-mortem fiable de PIF no es fácil, especialmente en la forma seca de la enfermedad, porque actualmente el método de referencia sigue siendo la detección del virus a partir de tinciones inmunohistoquímicas realizadas en muestras histopatológicas compatibles1, y los costes y carácter invasivo de la prueba limitan mucho su aplicación clínica. Además, hay que tener en cuenta que su sensibilidad es menor cuando se trabaja con muestras pequeñas (citologías ecoguiadas o biopsias por tru-cut), y que sin que se sepa muy bien la causa pueden obtenerse falsos positivos.4

    Por ello, el veterinario suele establecer el diagnóstico en base a la reseña del paciente, historia, signos clínicos y resultados de diversas pruebas de laboratorio.1,4

    La hematología y el perfil bioquímico no muestran alteraciones patognomónicas, pero pueden ser de ayuda:

    • El hemograma puede evidenciar anemia (de enfermedad crónica o anemia hemolítica inmunomediada), neutrofilia y linfopenia de células T (más frecuente en la forma húmeda y en estadios terminales).1,3
    • Se ha propuesto que una distribución normal de linfocitos por citometría de flujo tiene un valor predictivo negativo del 100% en el diagnóstico de PIF.1,4  
    • Los cambios más típicos en el perfil bioquímico incluyen hiperproteinemia con hiperglobulinemia e hipoalbuminemia (sobre todo si hay efusión), hiperbilirrubinemia, y según el órgano afectado azotemia o elevación de las enzimas hepáticas. Se considera que un cociente albúmina/globulina > 0,6-0,8 tiene un alto valor predictivo negativo.1,4 Un estudio reciente ha demostrado que la determinación en suero de la concentración de paraoxonoasa-1 (una proteína de fase aguda negativa) tiene una alta sensibilidad/especificidad en el diagnóstico de la PIF.5
    • En gatos con PIF húmeda el análisis de la efusión es extremadamente útil en el diagnóstico. La efusión típica de un gato con PIF se caracteriza por ser clara o moderadamente turbia, de color pajizo, pudiendo presentar bandas de fibrina por su alto contenido en proteínas.
    • Con un resultado negativo en el test de Rivalta realizado en el líquido de la efusión es muy difícil que el gato tenga PIF; con un resultado positivo deben realizarse pruebas adicionales que confirmen el diagnóstico. Valores de a-1 glicoproteína ácida > 1550 mg/ml en la efusión tienen una sensibilidad/especificidad del 93% en el diagnóstico de PIF.1
    • Por último, se ha reportado que el recuento del número de células nucleadas (valor de corte ΔTNC > 1,7) en la efusión estimado mediante el contador hematológico Sysmex XT 2000iV tiene una Se/Sp del 79-90%/94-100%.4
    • En general se considera que la serología es de poca o nula utilidad diagnóstica. Un resultado positivo con independencia de su magnitud solo indica exposición a FCoV, no PIF. Por otra parte, algunos gatos con PIF pueden tener títulos bajos o negativos.1,4 La detección de anticuerpos en las efusiones no aporta valor diagnóstico adicional.4 Se propuso que un título > 1/640 en líquido cefalorraquídeo en gatos con signos neurológicos era altamente indicativo de PIF,1 pero esto se ha puesto en duda.4
    • La PCR es incluida cada vez con más frecuencia en el diagnóstico de PIF. Cuando se empezó a usar, se asumió que un positivo en cualquier muestra no procedente del tracto gastrointestinal era indicativa de PIF. Actualmente se sabe que esto no es así, y que el ARN del FCoV también puede amplificarse fuera del intestino en gatos sin PIF. Sin embargo, la carga viral en la muestra suele ser mucho más alta en casos de PIF. Una RT-PCR positiva en una efusión, especialmente con un número elevado de copias o la detección de la mutación del gen S soportan el diagnóstico. Un resultado negativo, en principio excluiría el diagnóstico de PIF salvo que el cuadro clínico u otras evidencias laboratoriales lo apoyaran, en cuyo caso estaría indicada la histopatología e inmunohistoquímica del órgano afectado .4

    En gatos sin efusión se considera que los órganos donde se detectan las cargas virales más altas son el omento, linfáticos mesentéricos y bazo, mientras que riñones, hígado, miocardio y ganglios poplíteos suelen presentar cargas muy bajas.4

    Tratamiento

    El tratamiento de la PIF en gato se basa en la modificación de la respuesta inmune del paciente y en inhibir la replicación del virus.1

    Corticoides

    Al ser una enfermedad inmunomediada, durante mucho tiempo el tratamiento se basó en la administración de corticoides. Los corticoides pueden resultar beneficiosos especialmente en pacientes con cuadros localizados (uveítis). En pacientes con enfermedad severa pueden favorecer una mejoría transitoria pero no afectan al pronóstico de la enfermedad.

    Otros fármacos usados en el manejo de la PIF

    Se incluyen diversos tipos de interferón (efectos cuestionables) y el inmunoestimulante de poliprenilo, que, si ha mostrado una cierta eficacia al potenciar la respuesta inmune celular y prolongar la supervivencia, sobre todo en gatos con la forma seca de la enfermedad.1,2 Recientemente se ha reportado un efecto beneficioso parcial del itraconazol en gatos PIF húmeda, pero la evidencia actual es muy escasa.2,6.  

    Antivirales

    La gran esperanza en el tratamiento de la PIF sería detener la replicación viral mediante antivirales específicos que no afectaran a las células no infectadas. Se han descrito resultados favorables utilizando un inhibidor de las proteasas (GC376) necesarias para la maduración del virus, y con algunos análogos de los nucleósidos (GS5734, GS441524), aunque estos fármacos no se comercializan para ser usados en la PIF en gatos.1,2

    Conclusiones

    Desgraciadamente, la PIF en gatos continúa siendo una enfermedad frustrante para los veterinarios. Establecer un diagnóstico preciso ante-mortem puede no ser fácil, especialmente en la forma seca de la enfermedad. Por ello, es importante obtener la máxima información posible de la reseña, historia clínica y distintas pruebas laboratoriales para tratar de encajar todas las piezas posibles del puzle que supone el diagnóstico de esta enfermedad. Por lo que hace al tratamiento, debemos advertir a los propietarios que actualmente no tenemos ninguno que sea eficaz, y evitar que caigan en el desespero de intentar obtener tratamientos milagrosos a través de la web.

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    Bibliografía
    1.     Kennedy MA. (2020). Feline infectious peritonitis: update on pathogenesis, diagnostics, and treatment. Vet Clin North Am Small Anim Pract; 50:1001-1011.
    2.     Izes A, Yu J, Norris JM, et al. (2020). Current status on treatment options for feline infectious peritonitis and SARS-CoV-2 positive cats. Vet Q; 40: 322-330. 
    3.     Addie D, Belák S, Boucraut-Baralon C, et al. Feline infectious peritonitis. ABCD guidelines on prevention and management. J Feline Med Surg; 11: 594-604
    4.     Felten S, Hartmann K. (2019). Diagnosis of Feline Infectious Peritonitis: A Review of the Current Literature. Viruses; 11:1068.
    5.     Meazzi S, Paltrinieri S, Lauzi S, et al. (2021). Role of paraoxonase-1 as a diagnostic marker for feline infectious peritonitis. Vet J; 272: 105661.
    6.     Kameshima S, Kimura Y, Doki T, et al. (2020). Clinical efficacy of combination therapy of itraconazole and prednisolone for treating effusive feline infectious peritonitis. J Vet Med Sci; 82:1492-1496.
    7.     Takano T, Satoh K, Doki T. (2021). Possible antiviral activity of 5-aminolevulinic acid in feline infectious peritonitis virus (feline coronavirus) infection. Front Vet Sci; 8: 647189.