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    Regurgitación en perros: abordaje diagnóstico

    La presencia de regurgitación en perros nos debe hacer pensar en la existencia de una enfermedad esofágica.1

    Introducción

    La regurgitación se ha definido como la expulsión retrógrada de comida y/o líquido procedente del esófago debido a una alteración funcional o a una obstrucción mecánica.2

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    Sin embargo, no siempre es fácil que los dueños diferencien correctamente la regurgitación del vómito o incluso de la expectoración.3 Por ello, en la visita inicial es importante establecer si el paciente presenta realmente regurgitación o no, puesto que esto influirá directamente en los posibles diagnósticos diferenciales y en las pruebas a realizar. La regurgitación se caracteriza por la evacuación pasiva de líquido o comida, generalmente con aspecto no digerido desde el esófago.1,3 Por el contrario, el vómito es un proceso activo, en el que se evacúan restos de comida digerida o parcialmente digerida procedentes del tracto gastrointestinal y que requiere de la actividad coordinada de los sistemas nervioso y musculoesquelético, así como del tracto gastrointestinal.1

    Fisiopatología

    El esófago se encarga de transportar los líquidos y sólidos desde la cavidad oral al estómago. Desde un punto de vista anatómico, el esófago del perro está formado por músculo estriado, y es inervado por ramas somáticas del nervio vago. Con la deglución, el esfínter esofágico craneal se relaja para permitir el paso de líquidos y sólidos al esófago proximal, al tiempo que se inician una serie de contracciones peristálticas primarias y secundarias que transportan el contenido hasta el esófago distal, donde la relajación temporal del esfínter permite el paso del bolo alimentario al estómago.1,3

    Diagnóstico diferencial de la regurgitación en perro

    A través de la historia y el examen físico se intenta establecer la existencia de regurgitación, así como la presencia de otros signos de enfermedad esofágica como que el propietario reporte que el perro hace múltiples intentos para deglutir o que presenta cambios en el apetito, odinofagia, disfagia, salivación excesiva, etc.1 En casos donde los propietarios no aporten mucha información puede ser útil pedirles que graben un video mientras se alimenta al animal o cuando muestre alguno de signos que ellos creen haber observado.3

    Una vez establecida la existencia de regurgitación en un perro deben analizarse los posibles diagnósticos diferenciales.1

    Las lesiones esofágicas pueden tener origen:

    • Inflamatorio: esofagitis, reflujo gastroesofágico, fístula esofágica.
    • Obstructivo: estenosis esofágica, hernia de hiato, neoplasias, intususcepción gastroesofágica, cuerpos extraños, anomalías en los anillos vasculares.
    • O por cambios en la motilidad: megaesófago idiopático, disautonomía o divertículos esofágicos.1,2

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    Veamos algunas de ellas.

    La esofagitis, normalmente es consecuencia de la ingestión de cuerpos extraños, sustancias irritantes o de la existencia de reflujo gastroesofágico. Por otra parte, el término fístula esofágica hace referencia a una comunicación anormal entre el esófago y las estructuras anatómicas adyacentes, normalmente pulmones o vía aéreas, aunque en ocasiones la fístula se extiende hacia el espacio pleural o tejidos cervicales.1

    El megaesófago idiopático representa la causa más frecuente de regurgitación en perro y se caracteriza por la presencia de hipomotilidad y dilatación esofágica progresiva con regurgitación y pérdida de la condición corporal.1

    La disautonomía es una neuropatía del sistema nervioso autónomo cuya etiología definitiva no ha sido establecida y que se describió inicialmente en gatos, pero que también se ha reportado en perros. Cursa con hipomotilidad esofágica y regurgitación.1,2

    Los divertículos esofágicos son saculaciones circunscritas, congénitas o adquiridas, que se observan en la pared del esófago y que interfieren con los patrones de motilidad normal.1,2

    Las estenosis esofágicas son estrechamientos de la luz del esófago causadas por la ingestión de sustancias irritantes que dañan la mucosa, por cuerpos extraños, cirugía esofágica. También son provocadas por presencia de masas intra o extraluminales (neoplasias y abscesos).1

    Las hernias de hiato se producen al desplazarse cranealmente parte del estómago y del esófago abdominal a través del hiato esofágico (hernia deslizante): o bien, cuando el estómago se hernia en el mediastino adyacente al esófago (hernia hiatal paraesofágica), siendo la primera la forma más frecuente en el perro.1

    Las neoplasias esofágicas pueden afectar al tránsito normal del bolo alimentario a través del esófago, causando regurgitación. Se estima que representan < 0.5% de los tumores del perro y pueden ser primarias (principalmente osteosarcomas y fibrosarcomas), metastásicas o bien originarse en tejidos adyacentes al esófago.1

    Los cuerpos extraños (huesos y monedas principalmente) son causa frecuente de enfermedad esofágica con regurgitación en perro.1,2

    Los anillos vasculares son malformaciones congénitas de diversas arterias que debido a su localización anatómica ejercen presión mecánica sobre el esófago, impidiendo el tránsito alimentario normal. Aunque la persistencia del arco aórtico derecho es la anomalía vascular más frecuente, otras son la persistencia de la arteria subclavia izquierda o derecha, de la aorta dorsal derecha, el doble arco aórtico, arco aórtico izquierdo y ligamento arterioso derecho.1,2

    La intususcepción gastroesofágica es una enfermedad rara que afecta generalmente a cachorros y en la que se produce una invaginación del estómago dentro del esófago. Muchos de los animales afectados tienen otra patología esofágica preexistente (normalmente megaesófago). Se trata de un trastorno grave que puede causar la muerte del paciente.1

    Por último, la regurgitación se considera una complicación postoperatoria frecuente en perros que son sometidos a cirugía por presentar síndrome braquicefálico, especialmente en animales jóvenes.4

     Abordaje diagnóstico de la regurgitación en perro

    Se recomienda que el abordaje diagnóstico a un perro con regurgitación incluya hematología, bioquímica completa, urianálisis y un coprológico. Esta base de datos inicial permitirá excluir enfermedades sistémicas o metabólicas que pudieran cursar con signos esofágicos.1,2

    • En cuanto a las pruebas de imagen, inicialmente se realizarán radiografías simples de cuello y tórax. Si no son diagnósticas se indican radiografías de contraste y videofluoroscopia.
    • La endoscopia puede ser muy útil en la evaluación y tratamiento de estos pacientes, especialmente en casos de estenosis, esofagitis o cuando hay presencia de masas intraluminales o cuerpos extraños.
    • Por último, la manometría esofágica y la gammagrafía pueden permitir el diagnóstico de algunos trastornos de la motilidad, si bien se trata de técnicas que solo están disponibles en determinados centros de referencia, por lo que quedarían reservadas para casos en los que con las técnicas anteriores no se haya podido establecer el diagnóstico. 1,3

    Conclusiones

    Aunque en ocasiones pueda parecer innecesario, el primer paso en la evaluación de la regurgitación en perros es establecer si realmente el paciente regurgita, vomita o expectora, porque estos aspectos no siempre quedan claros con la información inicial que proporcionan los propietarios. Una vez hecho esto seleccionaremos las pruebas diagnósticas más adecuadas, que iremos adaptando desde las más simples a las más complejas en función de cada caso. Por ejemplo, en un cachorro de pastor Alemán con regurgitación debemos tener sospecha de persistencia de arco aórtico derecho y realizar radiografías que lo confirmen (desviación izquierda de la tráquea y dilatación esofágica craneal al corazón).

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    Bibliografía
    1.     Washabau RJ. (2013).  Regurgitation. En Washabau RJ, Day MJ. (eds). Canine & Feline Gastroenterology. Elsevier Saunders: 157-161.
    2.     Grobman M. (2020). Regurgitation. En Cohn LA, Côté E, (eds). Clinical Veterinary Advisor Dogs and Cats. Elsevier: 873-874.
    3.     Gallagher A. (2017). Vomiting and Regurgitation. En Ettinger SP, Feldman EC, Cote E. (eds). Textbook of Veterinary Internal Medicine. 8th ed. Elsevier: 610-618. 
    4.     Fenner JVH, Quinn RJ, Demetriou JL. (2020). Postoperative regurgitation in dogs after upper airway surgery to treat brachycephalic obstructive airway syndrome: 258 cases (2013-2017). Vet Surg; 49:53-60.